La piel está hidratada naturalmente por el ácido hialurónico que produce nuestro cuerpo pero a partir de los 20-25 años lo vamos perdiendo. Alrededor de los 40 tenemos un 50% menos y únicamente un 10% sobre los 60 años.

Podemos aportar ese ácido hialurónico con infiltraciones de ácido hialurónico de alto peso molecular, no reticulado, que es prácticamente igual al que genera nuestro organismo. Además de mejorar la textura, luminosidad, elasticidad e hidratación sin voluminizar, proporciona potentes antioxidantes que luchan contra el fotoenvejecimiento cutáneo.

Es un tratamiento que recomendamos comenzar alrededor de los 30 años porque ayuda a ralentizar la aparición de los signos de envejecimiento cutáneo ya que al redensificar la dermis mejora la calidad de la piel y atenúa las líneas de expresión por la producción de fibras de colágeno y elastina además de unificar el tono gracias a los aminoácidos, antioxidantes y vitaminas que incorpora el producto.